Cuando escribía una newsletter sobre la ley de Goodhart me dio por preguntar a ChatGPT (modelo 4, con la versión de pago) para validar alguna idea y tener otro ángulo.
El prompt que usé fue de lo más sencillo: escribe un texto divertido e inspirador sobre la Ley de Goodhart
Y esto fue lo que me contó (tuve que pedirle que lo terminara).
Aquí lo dejo como mera curiosidad.
A partir de aquí, excepto las notas que añado, todo el texto es de ChatGPT:
Una vez, en una tierra lejana, había un reino llamado Goodhartia, donde la sabiduría y la justicia eran las piedras angulares de su sociedad. En Goodhartia, todos buscaban constantemente formas de mejorar y alcanzar la excelencia. El rey de Goodhartia, un hombre sabio y visionario, era conocido por su habilidad para medir y cuantificar todo. Siempre estaba buscando maneras de optimizar el rendimiento de su reino y garantizar la felicidad de sus súbditos.
Un día, el rey decidió que la felicidad de su gente debía medirse para asegurarse de que todos estuvieran contentos y satisfechos. Así que introdujo la «Moneda de la Felicidad», una medida que supuestamente reflejaba la felicidad de cada ciudadano. El rey decretó que todos los habitantes de Goodhartia debían centrarse en aumentar la cantidad de Monedas de la Felicidad que poseían para asegurar la prosperidad y el bienestar del reino.
La gente de Goodhartia, ansiosa por complacer a su rey y mejorar su propia felicidad, comenzó a enfocarse exclusivamente en ganar Monedas de la Felicidad. Comenzaron a intercambiar favores, sonrisas y abrazos por Monedas de la Felicidad. Pronto, la obsesión por las Monedas de la Felicidad creció tanto que la gente empezó a olvidarse de lo que realmente les hacía felices en primer lugar.
Mientras tanto, en el bosque cercano, vivía un sabio anciano llamado Goodhart, quien había observado con preocupación cómo el reino se había obsesionado con la medida de la felicidad en lugar de la felicidad en sí. Decidió visitar al rey y compartir su sabiduría.
«Mi señor», dijo Goodhart al rey, «he observado cómo el reino se ha obsesionado con las Monedas de la Felicidad. Pero temo que, en su búsqueda de estas monedas, la gente ha perdido de vista lo que realmente significa ser feliz. En su deseo de medir la felicidad, han confundido la medida con el objetivo en sí».
El rey reflexionó sobre las palabras del anciano y se dio cuenta de que había caído en la trampa de su propia creación. En su búsqueda por optimizar la felicidad, había olvidado que la verdadera felicidad no puede ser medida ni cuantificada. Había aprendido una valiosa lección: la Ley de Goodhart, que establece que «cuando una medida se convierte en un objetivo, deja de ser una buena medida».
Así, el rey decidió abolir las Monedas de la Felicidad y, en su lugar, instó a sus súbditos a centrarse en lo que realmente les hacía felices: la amistad, el amor, la creatividad y el crecimiento personal. Y aunque ya no había una forma tangible de medir la felicidad en Goodhartia, el reino floreció como nunca antes, con corazones llenos de alegría y propósito.
Moraleja: La vida está llena de cosas que no pueden ser medidas ni cuantificadas, pero eso no las hace menos valiosas. No permit(…)
NOTA: aquí se cortó y le pedí que lo terminara.
No permitas que las medidas y las cifras se conviertan en el único objetivo de tu vida. En lugar de eso, busca la verdadera felicidad y la satisfacción en las cosas simples y las conexiones genuinas.
Así, el reino de Goodhartia floreció y se convirtió en un lugar donde la gente valoraba la verdadera felicidad en lugar de las medidas superficiales. Los ciudadanos compartían sus alegrías, tristezas y logros, y crecían juntos como comunidad. El mercado se llenó de risas y abrazos sinceros, en lugar de intercambios vacíos de Monedas de la Felicidad.
El rey, agradecido por la sabiduría del anciano Goodhart, construyó un monumento en su honor en el centro del reino. El monumento tenía grabada la Ley de Goodhart, como recordatorio para las generaciones futuras de no confundir las medidas con los objetivos reales.
Y así, en Goodhartia, la gente aprendió a vivir la vida de manera auténtica y significativa, dejando de lado la búsqueda obsesiva de las medidas y centrándose en lo que realmente importa: el amor, la amistad y la búsqueda de la felicidad genuina.
Desde entonces, la Ley de Goodhart ha sido compartida en todo el mundo como una lección sobre la importancia de no dejarse atrapar por las métricas y los números en detrimento de las cosas que realmente importan. Porque al final del día, la verdadera felicidad y éxito en la vida no pueden ser medidos por cifras y estadísticas, sino por la calidez de los corazones y la riqueza de las conexiones humanas.
Y así, querido lector, te invitamos a recordar siempre la Ley de Goodhart en tu vida diaria. No te obsesiones con las medidas y las metas, sino que abraza la alegría de vivir y las experiencias auténticas que te hacen realmente feliz. Porque en ese mundo, un corazón lleno de amor y amistad vale mucho más que todas las Monedas de la Felicidad del mundo.
FIN
Mi reflexión:
Todo el mundo habla de inteligencia artificial estos días. No quiero sumarme porque no creo que pueda aportar mucho más a lo dicho, pero… Creo que estamos ante los más «gordo» que hemos visto en 15 años. Seguramente, más.
Este texto parece escrito por los autores de ese clásico cheesy del mundillo de la empresa La Buena Suerte.¿Cuánto tardaríamos en escribir un libro como ese con ChatGPT?
Sospecho que poco.
Para mí el problema reside en que aprendemos a pensar creando, escribiendo, explicando a otros… Cuando nos den todo hecho: ¿seremos capaces de seguir resolviendo los problemas por nuestra cuenta?
¿Sentiría algo parecido el cazador cuando llegó la ganadería y descubrió que ya no tenía que salir en busca de presas? ¿El labrador cuando compró su primer tractor? Cada avance nos permite hacer cosas más grandes y complejas, pero también reduce nuestra independencia.
Muchas de las cosas que eran esenciales hace 500 años son ridículamente innecesarias hoy en día o están en manos de especialistas que no sabrían hacerlas sin máquinas. Quizá en el futuro se pregunten extrañados sobre nuestras extrañas manías de escribir, hacer fórmulas de Excel o diseñar.
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